Ser mujer es un gran privilegio, y va mucho más allá de un lápiz labial, un perfume, un buen cuerpo, y vestir a la moda. Cuidar la salud y lucir bien es esencial, pero la vanidad, la obsesión por cumplir con los estereotipos de belleza que nos exige esta sociedad, es sin duda alguna, nuestro peor enemigo. Morimos un poco cada día, cuando nos resistimos a ser nosotras mismas. Mantener nuestra naturalidad y envejecer con dignidad, para nada tiene que ver con descuidarnos o con baja autoestima, muy al contrario. No está bien tener más banalidad y superficialidad que inteligencia, bondad y esencia de personalidad. El equilibrio es el plato principal, en el menú de la vida. Alimentar el alma, cuidar mente y cuerpo nos permite vivir en armonía, con sencillez, libertad y autenticidad. Somos mujeres completas... Perfectamente imperfectas, y no muñecas de plástico que se van armando por partes. ©